Los surcos de la ciudad. Nuestras arrugas son los últimos testimonios de una ciudad que cambia más rápido de lo que envejecemos, de una ciudad de la cual somos las caras históricas, de la cual somos todavÃa memoria viva. Cada una de mis arrugas y cada uno de mis dÃas pasados aquà están inscritos en los edificios, en las calles y en los rostros de cada uno de los habitantes de esta vieja Cartagena que está hoy buscando su futuro, y en la cual estoy buscando el presente.
Ramón GarcÃa Pérez, Cartagenero del Año 2007.