Feria de verano de Cartagena.
En otra época,
durante el día de Santiago, a la señal estrepitosa del cañonazo
anunciante del mediodía, la gente que en ese momento anduviera por la
orilla del muelle era arrojada al mar, vestida y sin previo aviso. Con
el tiempo, esa costumbre pasó a ser tradición, y ese día se congregaba
en el cantil del muelle una multitud de personas, mayoritariamente gente
joven, a la espera del disparo de las doce para saltar vestidos al mar,
eso si, llevándose por delante algún descuidado espectador.
En la parte más cercana a la Muralla se establecía otra peculiar feria que Isidoro Valverde definía de esta manera: “…otra
pequeña feria sui generis, con personalidad y vida propia; era la feria
de los barracones de mal pelaje, donde cierta clase de gente tenía sus
diversiones peculiares y nada versallescas. Era un mundo báquico junto a
otro mundo ordenado. Era un mundo pintoresco que hubiera encantado a
cualquier pintor impresionista, separado del otro por una frontera
inmaterial y meramente sociológica. Los de la feria de la derecha
pasaban por su lado procurando ignorarlo. Naturalmente, las chicas bien
no traspasaban esa frontera ni acompañadas por sus padres. Este mundo
siniestro era conocido en Cartagena con el expresivo nombre de Barrio de
las Injurias”
A partir de 1919, la feria veraniega fue decayendo poco a poco hasta desaparecer.
Terminando
de narrar todo esto, no puedo evitar evocar esa sensación embriagadora
de novela que nuestros antiguos paisanos sintieron ante tanta belleza y
jolgorio, enaltecida por miles de bombillas que deslumbraron entre los
brillos de la luz eléctrica a cuantos la vieron por primera vez.
desde Cartagena Antigua
0 comentarios